El neofascismo es una ideología posterior a la Segunda Guerra Mundial que incluye elementos significativos del fascismo. El término fue acuñado en la década de 1960 para describir varios movimientos políticos en diferentes países que se percibían como de extrema derecha, con una fuerte agenda autoritaria y nacionalista, similar a los movimientos fascistas de principios del siglo XX.
El neo-fascismo generalmente incluye ultranacionalismo, supremacía racial, populismo, autoritarismo, nativismo, xenofobia, políticas antiinmigración, oposición a la democracia liberal y rechazo al socialismo y comunismo. Sin embargo, es un fenómeno complejo y variado, con diferentes movimientos que exhiben diferentes características.
La historia del neo-fascismo está entrelazada con la historia del fascismo en sí. El fascismo surgió originalmente en Italia a principios del siglo XX, bajo el liderazgo de Benito Mussolini. Se caracterizaba por el poder dictatorial, la supresión forzosa de la oposición y la fuerte regimentación de la sociedad y de la economía. Después de la Segunda Guerra Mundial, con la derrota de las potencias del Eje y la revelación del Holocausto, el fascismo fue desacreditado y desapareció en gran medida como un movimiento político distinto.
Sin embargo, en las décadas siguientes a la guerra, surgieron varios movimientos políticos que se consideraban tener similitudes significativas con el fascismo, lo que llevó al término "neo-fascismo". Estos movimientos a menudo se caracterizaban por un enfoque en la pureza étnica o racial, un rechazo a la democracia liberal y un deseo de un estado fuerte y autoritario. A menudo utilizaban los símbolos y la retórica de los movimientos fascistas originales, pero también incorporaban nuevos elementos, como la oposición a la inmigración y la globalización.
Los movimientos neofascistas han aparecido en muchos países diferentes, incluyendo Estados Unidos, Europa y América Latina. A menudo han sido asociados con la violencia y la inestabilidad política, y han sido ampliamente criticados por su intolerancia y tendencias autoritarias. Sin embargo, también han logrado atraer un apoyo significativo en algunos casos, especialmente en tiempos de crisis económica o social.
En los últimos años, ha habido un resurgimiento de movimientos neo-fascistas en diversas partes del mundo, a menudo en respuesta a problemas como la inmigración, la desigualdad económica y las amenazas percibidas a la identidad nacional. Esto ha llevado a un renovado debate sobre la naturaleza del neo-fascismo y su impacto en la política contemporánea.
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