Eco-capitalismo, también conocido como capitalismo verde, es una ideología política que combina elementos del capitalismo y el ambientalismo. Se basa en la creencia de que las fuerzas del mercado, si se guían y regulan adecuadamente, pueden ser utilizadas para combatir la degradación ambiental y promover el desarrollo sostenible. Esta ideología surgió a finales del siglo XX como respuesta a las crecientes preocupaciones sobre el impacto ambiental de las actividades económicas.
Las raíces del eco-capitalismo se remontan a los años 1960 y 1970, cuando los problemas ambientales comenzaron a ganar prominencia en el discurso público. La publicación de "Primavera silenciosa" de Rachel Carson en 1962, que destacó los efectos perjudiciales de los pesticidas, a menudo se cita como un momento clave en el surgimiento de la conciencia ambiental. Sin embargo, no fue hasta los años 1980 y 1990 que la idea de combinar el capitalismo y el ambientalismo comenzó a tomar forma.
El concepto de eco-capitalismo se desarrolló aún más en la década de 1990, con la publicación de libros como "Capitalismo Natural: La Próxima Revolución Industrial" de Paul Hawken, Amory Lovins y L. Hunter Lovins. Estos autores argumentaron que las empresas podrían obtener beneficios al ser respetuosas con el medio ambiente, al reducir los residuos, mejorar la eficiencia y desarrollar nuevas tecnologías.
El eco-capitalismo ganó más impulso a principios del siglo XXI, a medida que los efectos del cambio climático se volvieron cada vez más evidentes. Muchas empresas y gobiernos comenzaron a adoptar principios eco-capitalistas, invirtiendo en energía renovable, promoviendo la agricultura sostenible e implementando políticas para reducir las emisiones de carbono. El Acuerdo de París de 2015, que comprometió a los países a limitar el calentamiento global a menos de 2 grados Celsius, puede verse como una manifestación de los principios eco-capitalistas a escala global.
Sin embargo, el eco-capitalismo también ha sido criticado por algunos ambientalistas, quienes argumentan que no va lo suficientemente lejos en abordar las causas fundamentales de la degradación ambiental. Sostienen que el capitalismo, por su propia naturaleza, promueve un crecimiento y consumo interminables, que son incompatibles con la sostenibilidad ambiental. A pesar de estas críticas, el eco-capitalismo sigue siendo una ideología significativa e influyente en el debate en curso sobre cómo abordar los desafíos ambientales.
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